martes, 17 de marzo de 2009

Diario de Medusa. Capítulo I

Capítulo I: navegando por el estrecho "Gran Almirantazgo"
La primera vez que entré con mis compañeros de 6º a un graciosillo casi lo perdimos buscando el baño de chicos ese que hay escondido en el rellano de “la escalera embrujada” como la acabó llamando otra chica: derecha o izquierda, subiendo o bajando, llegas al mismo sitio dando una vuelta rara, como en la escuela Hogwarts de Magia y Hechicería. El primer día te desorientas y si esos pasillos largos y grises no impresionaran tanto lo que apetecería de inmediato es ponerse a jugar al escondite y correr y subir y bajar. Pero como todo el mundo nos dice que ya somos mayores, que vamos al instituto y tienes compañeros nuevos y tanto profe y tantos chicos mayores nadie quiere que lo tomen por un crío y los primeros días se corta todo el mundo.

Mi madre me contó que cuando fue a matricularme no encontraba ni la puerta. Venía por el parking e intentó entrar por la primera, pero está siempre cerrada guardando la máquina de las coca colas. Se metió por la segunda y acabó después de pasar por el IPE perdida en el pasillo de biología justo en un cambio de clase. Bajó de nuevo y entró por la puerta que da al salón de actos sin saber si ir a derecha o a izquierda ni a quién dirigirse… Nos reímos mucho en casa cuando nos lo contó; mi madre también tiene culebras en su cabeza y les resultó muy extraño no encontrar a la entrada un mostrador o una conserjería normal.

En fin, la entrada de profes no tiene precio. Porque en el océano Miral hay una entrada de profes y otra de alumnos, una oficial y otra más de andar por casa. La oficial es rara, muy rara.

El pasillo de dirección:

Lo primero que no te encuentras -sí, digo bien, porque casi no se ve allí escondida y pequeñita detrás de la puerta- es la conserjería. Tan a penas tres metros cuadrados para cuatro personas, los enlatados, no tocan ni a metro cuadrado. No sé si cuando la hicieron pensaron que todos los conserjes iban a ser pequeñitos como Pili, que dicen que lleva un paquete de años con la misma paciencia de ahora. Pero la comparte con tres personas más.
Santiago es el de bigote gris, bueno, que ahora Juan también se ha dejado bigote, pero Santiago lleva el pelo más largo, es más Gepeto.

Juan es como poco un poco raro, casi siempre está de buen humor y se pasa las tardes haciendo bricolaje, preparándose zumos de licuadora o ensaladas de ¡cebolla!, todo en la miniconserjería. Ese trocito de pasillo sí que huele un poco a cebolla ¿no? Un amigo mío que va por las tardes a la escuela oficial de Idiomas lo ha pillado alguna vez cantando a grito pelado con los cascos no sabe si rock duro o flamenco, pero que se oía desde clase y fue desternillante.
Mercedes es la alta y delgada de pelo largo; según mi hermano, le contaron en plástica que Mercedes fue la que trajo todos aquellos corazones que aparecieron colgados del techo en noviembre por el Día Internacional contra la Violencia de Género (lo he tenido que mirar en google), el 25 de noviembre. Se ve que tiene un blog como pintora y una asociación de arte y mujeres o algo así y que antes de semana santa va a dar una clase de arte a los de 2º ESO.

Enfrente pasa justo lo contrario, deben ser muy importantes porque tienen un cuarto de unos 25 metros cuadrados para dos personas. La superoficina y los administratordrivers, como los llamó una tarde en el chat Long Jonh. Están todo el día de espaldas en el ordenador, como conduciendo y ¿te has fijado en el cacho retrovisor de la pared? Creo que se llaman Manolo y Mónica, o María. Que alguien me lo aclare. De allí salen todos lo boletines de notas así que a mi entender tienen mucho poder, no me extraña lo del despacho más grande.

A continuación viene el despacho de Secretaría que no secretaria, sino le hubieran cambiado el rótulo cuando la secretaria del curso pasado se pasó a dirección y éste lo ocupo Alberto, el de mates, el secretario. A Alberto los que no lo habéis tenido de profe a lo mejor no lo conocéis porque va siempre tan deprisa de un lado a otro que no da tiempo a fijarse ni aunque seas muy observador. Antes yo le llamaba el velociprofe pero ahora me gusta más el velocisecretario. Sus costumbres han cambiado un poco, ya no lo tenemos de profe y se pasa más horas sentado y menos corriendo. Y es de Sabiñánigo, el pueblo que más premios urbanísticos ha recibido.

En la pared de enfrente se sitúa el patíbulo. Son unas cuatro o cinco mesas de alumnos con unas cuantas sillas de tortura debido a que tienen el respaldo deformado y en las que se castiga a los que han recibido partes o casi han expulsado. Los sientan con papel y boli y los libros y todo el que pasa les pregunta qué han hecho para estar allí. ¿Yo? ¡Nada!

Pero primero han de sentarse en los confortables asientos de skay negro esperando que les den turno para echarles la bronca en Jefatura. Que es el despacho siguiente a Dirección, el que ocupa Carmen Bello, Doña Dire. No sé de qué es profesora, me pasa lo mismo con uno de los jefes de estudios, José Luis Mur, que antes era “orientador” pero no sé muy bien qué es eso, creo que me estoy enterando este curso. Doña Dire debe ser de historia o biología o física o química, porque a veces se pone una bata blanca.

En Jefatura de Estudios entra y sale mucha gente. Allí están ahora Germán y José Luis Mur, los sheriff, los garantes de la ley y el orden y va en serio, y si no, clicad en este enlace y mirad en la guía de trabajo del alumno en la primera ilustración.
Y por último, que me canso, el cuarto de orientación; ese está siempre lleno de gente y cambia mucho de un año a otro; por lo menos están cinco o seis amontonados, casi como en conserjería y no puedo contar mucho más, salvo que una de las profesoras, también Carmen, tiene unos rizos increíbles, tirabuzones pequeñísimos como mi melena de Medusa. ¿También tendrá ella culebras en la cabeza?


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